lunes, 26 de noviembre de 2012

Las redes sociales

Grandes amigas que pueden convertirse en enemigas si no sabemos darles buen uso.

Dentro de muy poco, podréis disfrutar de otros de nuestros trabajos. Mientras atamos los últimos cabos para daros a conocer lo que hemos tenido entre manos, seguimos en contacto con todos vosotros para informaros de lo que consideramos interesante desde el punto de vista de una agencia de comunicación en el panorama actual.

La presencia en el mundo de las redes sociales es, hoy en día, algo imprescindible, tanto, que si no haces uso de estas herramientas pronto te verás limitado. Es fundamental avanzar de acuerdo con lo que exigen los tiempos pero, eso sí, teniendo en cuenta el peso de tus acciones. Si vas a hacer uso de las redes sociales, has de tener presente que la información que cuelgues se hará pública y definirá la imagen que perciban los demás.

La ortografía, el cuidado de los elementos que publicas y cómo te das a los demás son aspectos esenciales. Por todo ello, hemos creído que este artículo de la revista S Moda, suplemento del País, puede ayudar a todo tipo de usuarios o consumidores de las redes sociales;

¿Te ha chirriado alguna vez el modo de expresión de un amigo en Facebook? O la imagen que tenías de una persona famosa ¿ha cambiado al leer su Twitter? Para bien o para mal  nuestra identidad en Internet está determinada, en un alto porcentaje, por la escritura. Y dado que la exposición de nuestras palabras es cada vez mayor no está de más tomar algunas precauciones. 

Todos nos relajamos en privado (cuando utilizamos, por ejemplo, el WhatsApp) y escribimos k donde había qu, nos saltamos a la torera los acentos y rara vez respetamos los signos de interrogación y exclamación al inicio de las frases, pero ¿debemos hacer lo mismo cuando nos pronunciamos en las redes sociales? 

Mario Tascón, director del libro “Escribir en Internet”, explica que “el principal error es escribir sin ser conscientes de que ahora eso es una actividad pública que ven los demás y, por tanto, está en juego nuestra imagen en cómo lo hacemos y en lo que decimos. Ahora, a una conversación entre dos asiste mucho público”. Saber adaptarse al medio, al canal de difusión que estamos utilizando, parece ser la primera regla de oro. La segunda, grabarnos a fuego que la inmediatez a la que nos arrastra la red puede ser nuestra principal enemiga. 

Tascón considera que “la prisa y la ansiedad por ser los primeros, los más rápidos, son malas consejeras. Pensar un minuto antes de darle al botón enviar, contar hasta diez y volver a leer lo que hemos escrito, dedicar un rato a otra actividad y luego volver a leer el mensaje son todos ellos buenos consejos que nos ahorrarían más de un disgusto”. 

Estéticamente, también debemos estar atentos porque el más mínimo detalle puede otorgar, sin pretenderlo, una sentido nuevo a nuestros mensajes. Todo nos delata:  el modo en que nos reímos (no es lo mismo ja,ja que je,je), el uso que hacemos de las mayúsculas (asociadas al ¡GRITAR!) o de los extranjerismo. Lo que a unos les parece cool a otros les resulta pedante, así que lo más acertado puede ser no abusar y prescindir de ellos siempre que exista una palabra en castellano para expresar esa idea.  

Una herramienta eficaz para evitar una mala interpretación es el uso de los emoticonos. Amados y odiados a partes iguales, los expertos los aconsejan, en su justa medida, para transmitir conceptos básicos como la alegría :-), la tristeza :-( , la complicidad o la ironía ;-) 

Precisamente, esta última es la que trae de cabeza a muchos usuarios de las redes sociales. Varios han sido los famosos que han cerrado sus cuentas de Twitter o protagonizado sonoras broncas virtuales después de alguna reflexión pública mal acogida. 

Tascón, que junto a Mar Abad también ha reflexionado en el libro “Twittergrafía” sobre cómo las redes sociales están cambiando la forma de expresarnos, cree que “hay que saber escuchar y no tener egos tan susceptibles. Muchas personas con imagen pública (actores, políticos, incluso periodistas) no estaban acostumbrados a que sus acciones u obras fueran criticadas fuera de los circuitos en los que ellos se sienten cómodos. La democratización de la crítica y, también es verdad, lo despiadado de las “lapidaciones” digitales ha hecho que algunos se acobarden. Pero muchos otros están brillando en esta nueva vida pública digital”. 

Aunque parezca obvio, las buenas maneras, la cortesía, no deben olvidarse cuando uno se  sienta frente al ordenador. Antes de escribir algo que pueda desagradar a alguien debemos pensar si lo diríamos de igual forma en una conversación en persona. 

Tampoco está de más no dejarse llevar por la distensión de la conversación. Podemos estar comentado la emisión de un programa de máxima audiencia y, en lugar de ser ingeniosos, ser arrastrados a lo chabacano. Lo original no está reñida con lo trivial y Twitter es, cada día, un maravilloso ejemplo de ello. 

Y sí, una vez que hemos “metido la pata” es posible salir airoso sin llegar a  desaparecer: “Creo que una cosa tan sencilla como ser humilde, no ocultar los errores, asumirlos con dignidad y pedir disculpas son suficientes para alcanzar el perdón”.

A pesar de todo, no hay que tener miedo porque Internet también puede ser, como dice Mario, el mejor de los canales para “contar historias interesantes, ofrecer contenidos diferentes, ideas únicas, ayudar a los demás… Lo mejor es ser uno mismo y mostrar nuestra mejor cara. Y recordar que esto es un diálogo, no un monólogo”.

Esperamos que os haya servido. Pronto volveremos a la carga con nuestro trabajos audiovisuales, mientras continuamos actualizando el blog con contenidos a interés vuestro.

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